Algunas reflexiones del Santo Padre sobre esta crisis causada por la pandemia del coronavirus extraídas de la Homilía de la Divina Misericordia (segundo domingo de Pascua)
En esta fiesta de la Divina Misericordia el anuncio más hermoso se da a través del discípulo que llegó más tarde. Sólo él faltaba, Tomás, pero el Señor lo esperó. La misericordia no abandona a quien se queda atrás. Ahora, mientras pensamos en una lenta y ardua recuperación de la pandemia, se insinúa justamente este peligro: olvidar al que se quedó atrás. El riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente, que se transmite al pensar que la vida mejora si me va mejor a mí, que todo irá bien si me va bien a mí. Se parte de esa idea y se sigue hasta llegar a seleccionar a las personas, descartar a los pobres e inmolar en el altar del progreso al que se queda atrás.
Pero esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos. Que lo que está pasando nos sacuda por dentro. Es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad. Aprendamos de la primera comunidad cristiana, que se describe en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Había recibido misericordia y vivía con misericordia: «Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno» (Hch 2,44-45). No es ideología, es cristianismo.
¿Qué es el Año Litúrgico? La Iglesia celebra entero el misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida.Se llama Año Litúrgico o año cristiano al tiempo que media entre las primeras vísperas de Adviento y la hora nona de la última semana del tiempo ordinario, durante el cual la Iglesia celebra el entero misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida, llamada la Parusía. Por tanto, el año litúrgico es una realidad salvífica, es decir, recorriéndolo con fe y amor, Dios sale a nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su Hijo Jesucristo, único Mediador entre Dios y los hombres.
Hoy os subo un vídeo de un compañero, profesor de religión, que analiza como utilizar este tiempo de confinamiento, como podemos cambiar la mirada sobre nosotros y el mundo.
Arturo Sosa, general de los jesuitas, envía un mensaje de esperanza y unidad para frenar la pandemia.
"Formamos parte de la única, variada, rica e interdependiente Humanidad". El prepósito general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, sj., ha lanzado un videomensaje lleno de esperanza en estos tiempos de miedo, muerte y dolor. La pandemia del coronavirus, pese a todo, puede aportar aspectos positivos. Entre ellos, que "esta crisis nos está mostrando que somos una sola Humanidad".
"Hay una enorme reserva de solidaridad en todos los rincones de la sociedad humana", añade el general de los jesuitas, que agradece la generosidad de quienes "están en primera fila". "Esta crisis nos está mostrando el poder la fe, los fuertes lazos que unen a los creyentes, el amor de Jesucristo que nos impulsa, nos reconcilia y nos une. Hay tantas personas que rezan juntas en los medios sociales, quieren profesar su fe, esa que sienten en los profundo de sus corazones y no pueden reservar para sí mismas", concluye el general jesuita.
Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal.
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
Os dejo esta ficha de trabajo sobre la Cuaresma. Está pensado para primer ciclo, pero seguro a todos nos puede interesar.